La fertilización in vitro ha venido a cambiar las vidas de muchas mujeres que desean sentir el crecimiento de una nueva vida en su seno, pero no lo logran. Es parte del deseo de muchas parejas y de la gran mayoría de los seres humanos, poder formar una familia, tener hijos, verlos crecer, ligado a la visión que se tiene de felicidad; sin embargo, cuando la decisión está tomada, se planifican los hijos y, en algunos casos, por mucho que se intenta por los medios naturales, el cuerpo de la mujer le informa mes tras mes que su deseo fracasa, lo que genera una sensación que oscila entre la frustración y la depresión.
Al transcurrir el tiempo y no quedar embarazada, la pareja puede cuestionarse la posibilidad de que uno de los dos está siendo infértil. La infertilidad es una enfermedad en la que la pareja se ve ante la imposibilidad de concebir un hijo o de llevar a feliz término un embarazo. Esta enfermedad tiene varias causas, en el caso de la mujer se puede deber a problemas relacionados con la ovulación, como la insuficiencia ovárica primaria (donde la mujer deja de ovular antes de la menopausia) y el síndrome de ovarios poliquísticos.
En el caso de la infertilidad masculina, las principales causales van orientadas hacia el mal funcionamiento de los testículos, los desequilibrios hormonales o alguna obstrucción en los órganos reproductores masculinos; pero, muchas veces, la ciencia médica no logra determinar con precisión la causa de la infertilidad en la pareja.
Pese a este panorama, lo que la ciencia médica sí ha logrado es descubrir diversas técnicas que les permitirán hacer sus sueños realidad, lograr tener un hijo completamente saludable, a pesar de la imposibilidad de la concepción. Una de estas técnicas es la fertilización in vitro, también llamada fecundación in vitro.
Hace poco más de cuarenta años se llevó a cabo en el Reino Unido el primer caso de fertilización in vitro, naciendo así el primer “bebé probeta” el 25 de julio de 1978; de allí en adelante se abrió una puerta de esperanza a miles de parejas con imposibilidad de concebir.
Básicamente, la fertilización in vitro consiste en realizar la fecundación de los ovocitos del cuerpo de la madre, y con los espermatozoides del padre o donante, fuera del cuerpo de la mujer, para, posteriormente, iniciar un proceso de maduración en el laboratorio, y ser implantados en el útero de la madre.
Gracias a este descubrimiento, muchas parejas que habían perdido la esperanza de tener hijos propios, en la actualidad pueden tener en su regazo a bebés gestados bajo esta técnica que les ha devuelto la esperanza de procrear hijos propios y tener una familia que es, en sí, la base de toda sociedad.
En CSIHM, Centro de Salud Integral del Hombre y la Mujer, somos un grupo médico multidisciplinario de profesionales certificados a nivel nacional y comprometidos con brindar soluciones a la salud de la pareja, tratando problemas como la infertilidad femenina y masculina. Los invitamos cordialmente a visitar nuestro sitio web y a ponerse en contacto con nosotros para poder ayudarles.