Muchas parejas con problemas de fertilidad y que han estado tratando de concebir, han escuchado de la inseminación artificial en México y la fertilización in vitro, dos técnicas de la medicina reproductiva que han demostrado ser muy eficaces para lograr un embarazo. Puede incluso que ustedes conozcan a alguien que se haya sometido a alguno de estos procedimientos, debido a que son los más implementados; en el caso de tener que recurrir a ayuda profesional para tener un hijo, seguro se preguntarán cuál de estas técnicas se adapta mejor a sus necesidades. Para contestar a esta interrogante, es importante que sepan en qué consiste cada una.

La inseminación artificial es uno de los procedimientos más sencillos en el mundo de la reproducción asistida y mínimamente invasiva, siempre realizada por un profesional médico con experiencia. Consiste en la introducción de los espermatozoides dentro del útero, de manera que lleguen a su objetivo, que es el óvulo, de forma rápida y directa. La inseminación se realiza el día de la ovulación, tras someter a las pacientes a una estimulación ovárica para aumentar las posibilidades de concepción. El semen usado para la inseminación artificial puede proceder de la pareja o de un donante.

Este método puede realizarse en casos de problemas para concebir que radiquen en una alteración del cuello del útero, si sufren endometriosis o una alteración en el ciclo, provocado por ovarios poliquísticos o anovulación; cuando resulta imposible el depósito del semen en la vagina, debido a vaginismo, impotencia o eyaculación retrógrada; cuando el hombre tiene una alteración del semen o los espermatozoides; en los casos de infertilidad idiopática; si existe alguna incompatibilidad entre el esperma y el aparato reproductor femenino; o cuando no hay pareja masculina, ya sea porque las pacientes han decidido ser madres solteras o porque tiene una compañera homosexual.

Por otro lado, la fertilización in vitro o fecundación in vitro es un procedimiento complejo, pues consiste en unir el óvulo con un espermatozoide en el laboratorio para implantarlo en el útero, donde se desarrollará el embrión. Esta técnica consta de cuatro pasos: la estimulación ovárica, la extracción del óvulo mediante punción folicular, la fecundación con los espermatozoides previamente seleccionados, y la transferencia de los embriones.

Ambas técnicas han probado tener altas tasas de efectividad, aunque pueden variar en precios en el mercado; no obstante, serán los profesionales quienes determinen cuál es más conveniente según sus casos. Tanto la inseminación artificial como la in vitro son excelentes y tienen grandes ventajas; mientras que la inseminación es sencilla y poco invasiva, el procedimiento in vitro permite un mayor control de los embarazos múltiples y una gran probabilidad de éxito.

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