La infertilidad femenina es el gran temor de la mayoría de las pacientes que aspiran a ser madres en algún momento de su vida y las probabilidades disminuyen con la edad. Durante los últimos años, se ha convertido en tendencia el retraso de la maternidad. Tanto hombres como mujeres no ven el hecho de conformar una familia como una meta a corto plazo, pues hay muchos otros objetivos laborales y personales que desean alcanzar; por ello, al llegar a los 35 o 40 años, comienzan a ponderar la posibilidad de traer un bebé al mundo, una vez que consideran que tienen la solidez económica y la madurez para procrear.

Sin embargo, esta puede ser una decisión con elevadas repercusiones en el proceso de concepción, así que no es extraño que muchas mujeres se enfrenten a un diagnóstico desalentador. Para comprender la razón, es necesario que entiendan también que el cuerpo de la mujer tiene un reloj biológico, por lo que del mismo modo que un embarazo adolescente entraña muchos riesgos, también los hay después de los 35 años de edad. Desde luego, hay muchos casos de éxito, pero la ciencia nos dice que la calidad y la cantidad de los ovocitos son factores que descienden considerablemente con el paso del tiempo.

La infertilidad es un concepto amplio y puede abarcar muchas alteraciones del sistema reproductivo que se diagnostican mediante análisis específicos, pero no cabe duda de que la edad también es un factor que incide en la capacidad que puedan tener para lograr un embarazo. De hecho, especialistas a nivel mundial consideran que la probabilidad de sufrir problemas de fertilidad es seis veces más alta a los 30 que a los 20, y vuelve a duplicarse a los 40 años de edad.

Los expertos de nuestra clínica de fertilidad opinan que la edad perfecta para concebir es entre los 24 y los 29 años, porque los óvulos son cromosómicamente normales, lo que les ayuda a quedar encinta con mayor facilidad y con una ventaja que oscila entre el 86 y el 92 por ciento; sin embargo, cuando sobrepasan la barrera de los 35 años, las oportunidades de ser madres de manera natural descienden a una tasa entre el 15 y el 20%, con el riesgo de que el feto tenga alteraciones en sus cromosomas o que se produzca un aborto.

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